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Deténgase por un instante 

y observe estas imágenes.

¿Qué siente al verlas?

Deténgase en los detalles. Ingrese en los intersticios donde la luz y la sombra se unen e imagine que está recorriendo la imagen desde adentro. Sienta las texturas, la temperatura, el olor y disfrute del encanto de ser uno de los protagonistas. Desplácese libremente entre los elementos que componen la imagen porque en ella no existe confinamiento.

 

Quizás el mayor poder de la fotografía, desde su creación, además de imprimir el tiempo, ha sido transportarnos desde el presente al pasado o al futuro anhelado. Evocar personas o momentos, y de manera automática convertirlos en sentimientos. Pero ¿qué hacer después de sentir una fotografía?

 

Establecer una relación entre nuestros sentidos físicos, el cuerpo, y nuestras emociones, resulta complejo cuando estamos bajo un contexto como el que nos ha tocado vivir durante estos nueve meses. Sin embargo, el arte es el puente que puede hacer posible el flujo de la emoción contenida hacia la materialización de una acción: crear y comunicar lo que pensamos y sentimos.

 

En ese camino, el colectivo Terapia fotográfica nace como un espacio virtual pedagógico y de conversación entre fotógrafos de muchas partes del planeta para que, a pesar de la pandemia y los estados de emergencia en cada país, la comunidad fotográfica tuviera un espacio de crecimiento profesional y de apoyo anímico. Cada reunión resultaba un ejercicio colectivo de pensar y reconocer la producción y los sentires locales y foráneos.

 

Es así que hoy celebramos la primera exposición del colectivo, con una mirada que acoge y cura con arte los síntomas de una sociedad pandémica. Son 32 muros del Hospital Víctor Larco Herrera cubiertos por fotografías de 32 sobresalientes fotógrafos que nos recordarán desde el paisaje en blanco y negro que aún hay mucho por recorrer, reconocer y redescubrir.

Sophia Durand, Lima - Perú , 2020

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